miércoles, 25 de junio de 2014

RUEGO SILENTE A DIOS

Acaso aquel triste adiós
acompañado de un ósculo
fue un ruego silente a Dios
desde el interior cual pábulo.
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Tan sorpresivo fue para los dos
que no consentimos esa despedida
aunque imaginamos ilusionados
con reencontrarnos a futuro mi vida. 
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En claro está que nos amamos
y que nuestro fuego abrazador
entenderá siempre si lloramos
al tornarse todo muy conmovedor.
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Mientras tu ser y el mío en la soledad
inmisericorde se buscan sin consuelo
anhelantes que un manto de piedad
ponga coto a tanto sufrir y desvelo.
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Juan Alberto "Beto" Gómez
Corrientes - Argentina
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