ANTE NADIE DEBO CLAUDICAR

Quién sabe salvo Dios
que será de mí mañana
tras recibir de ti el adiós
absurda y malvada puritana.
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Tanta pena me causaste
privándome de tus besos
y amor porque vilmente osaste
herir a mi corazón en exceso.
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Me aferré a tu cariño
al que creí muy sincero
pero sólo jugaste cual niño
y de pensarlo me altero.
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Jamás imaginé cuán cobarde
y cruel te comportarías conmigo
que hoy de bronca sin alarde
terminaría envilecido contigo. 
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Pero dicen los entendidos
que todo daño que hacemos
regresa a uno en odio corroído
aunque no lo esperemos.
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Traicionaste toda confianza
que en tu persona supe depositar
mas aprendí por sutil enseñanza
que ante nadie debo claudicar.
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Juan Alberto "Beto" Gómez
Corrientes - Argentina
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