Cómo extraño aquel más ardiente fuego
que me supo quemar cuando me amaste
empero con el tiempo resultó un juego
para ti y días después me abandonaste.
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La esperanza que albergué en demasía
borró tu maldita e imperdonable falsía
luego de alejarte hasta tú desaparecer
de la faz de la tierra aborrecible mujer.
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E increíblemente cual insólita ironía
sin esperarlo jamás causaste obsesión
hasta destrozar con tu vil hipocresía
a mi vida que apagaste con desilusión.
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No puedo no reconocer que tu engaño
a pesar que fue muy duro todo el daño
me hizo llorar de la manera impensada
comportándote ruin y descorazonada.
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Si bien quizá más tarde que temprano
deberé reiniciar mi derrotero sufrido
tú alguna vez me lo pagarás y a mano
quedaremos así por fin te daré olvido.
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Juan Alberto "Beto" Gómez
Corrientes - Argentina
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Poema N° 4204